Me pregunto si valdrá la pena tanto despilfarro como el de los últimos años con tantas convocatorias para elecciones y reformas constitucionales. Eso sumándole el dinero derrochado en las multimillonarias campañas de publicidad gubernamentales. Me pregunto si así se refunda un país. Me gustaría estar segura que sin la reciente excusa de la crisis financiera mundial los ecuatorianos contarían con un mejor nivel de vida, por lo menos, más fuentes de trabajo y los precios de los alimentos estables. Pero para mi desilusión creo que la realidad supera la ficción y el ideal de muchos, el tal llamado Socialismo del Siglo XX, es pura bufonada.
Dos años de campana son muchos, dos años de vociferar y pelearse hasta con la sombra de si mismo es mucho tiempo, sobre todo, cuando hay tanta necesidad. Me pregunto si hubiera habido una manera más racional de traer cambios para un país tan rico, pero tan pobre al mismo tiempo como es Ecuador. Lo peor es que la gente aunque con hambre sigue ilusionada, con promesas y pequeñas limosnas. Me pregunto también si algunas vez despertaremos de este sueño, ahora pesadilla, del que algunos creíamos (incluida yo) o habrá aún tiempo de corregir el rumbo que han tomado quienes ahora parecen ser los nuevos dueños de la verdad, mejor dicho de la patria.
